Con "Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte" nos encontramos ante otro de los personajes fracasados de Bruguera. Dentro de las rimas de los títulos de Bruguera, este es uno de los que más ironía tiene, porque el pobre Rigoberto, no tuvo nunca tal "porte".
Esta serie apareció por primera vez en el número 1137 de la revista Pulgarcito. Su dibujante fue Robert Segura (1927-2008)
En varios sitios se ha dicho que Rigo era un poco el alter ego de Segura, que también fue soltero toda su vida y algo infantil.
En sus primeras historietas, Rigoberto se dedicaba a intentar conquistar a jovencitas de un nivel social superior, a veces, con novio o casadas, cosa que no sabía y acababa mal; hasta que conoció a Curruquita Cencérrez en el número 1537 de Pulgarcito (17/10/1960).
Rigo siempre vistió con sombrero y pajarita.
A partir de entonces, la serie satirizó los empeños del protagonista por casarse con la joven Curruquita, para lo cual hace lo imposible por agradarlas a ella y a su madre, Doña Abelarda.
En una historieta, Curruquita apareció con su padre, pero en todas las demás ya es su madre la protagonista, por lo que suponemos que es viuda.
También se satiriza el ambiente laboral (Rigoberto es oficinista, sometido al humor caprichoso de su jefe). En general, la historieta tiene un marcado tono costumbrista, que refleja las dificultades de la clase media española de la época.
Algunos personajes secundarios son Eufemia, criada de Rigoberto, Pepito, sobrino del mismo, el cual le mete en todo tipo de situaciones rocambolescas y Bautista, mayordomo de doña Abelarda que básicamente se dedica a echarle a patadas de la casa de las señora. También es recurrente el jefe de Rigoberto, ante el cual, nuestro personaje quiere medrar a toda costa, sin éxito.
Como es de prever en una historieta cómica de la Escuela Bruguera, el protagonista termina a menudo ridiculizado y jamás consigue casarse con Curruquita.
La criada Eufemia, fue un síntoma de que Rigoberto siempre fue un quiero y no puedo asi como los intentos de aparentar delante de Doña Aberlarda y Curriquita, lo que no era, ni tenía, ni nunca podría llegar a ser, lo que le provocaba todas las frustraciones y situaciones cómicas y a la vez trágicas.
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